
1. Está bien sentir lo que sientes. Los sentimientos no son signos de debilidad. Todos somos vulnerables.
Debes discernir en qué ocasiones no es aconsejable o adecuado expresarlos. Diferenciar entre sentir, expresar el sentimiento y actuarlo.
No es válido pegar, maldecir, gritar o romper cosas.
2. Está bien querer lo que quieres. Si desconectamos de nuestros deseos, la energía vital se aplasta.
3. Está bien ver y oír lo que ves y oyes. Recuperar la confianza en tus percepciones, ya que te dan conexión con la realidad.
4. Está bien tener diversión y juegos, incluidos los sexuales.
Está bien detener la actividad y estar con uno mismo.
5. Es importante relativizar las formas infantiles de pensamiento.
Observar el extremismo del pensamiento polarizado, el pensamiento catastrófico, la tendencia a realizar generalizaciones aplastantes, y cualquier forma de pensamiento mágico.
6. Es importante conocer tus límites y aprender a retrasar el premio.
El niño herido cree que hay una gran escasez de amor, comida, caricias y diversión. Podemos mostrarle al niño que hay más placer cuando retrasamos la consecución del premio.
7. Es crucial aceptar las consecuencias de lo que haces y no asumir las consecuencias de lo que hacen los demás.
Recuperar al niño interno significa empezar a ser responsable. Una respuesta responsable es consecuencia de escuchar los verdaderos sentimientos de uno, y tomar decisiones coherentes y conscientes.
8. Está bien cometer errores, te ayudan a aprender.
Una vergüenza sana permite extraer una lección al cometer un error. Sin embargo no resta espontaneidad.
9. Está bien tener problemas y conflictos, verlos lo antes posible para actuar de forma responsable y tratar de solucionarlos.
10. Se deben respetar y valorar los sentimientos, necesidades y deseos propios y también los de los demás.
Cuando quebrantamos esta norma, traicionamos nuestros propios valores, conviene rectificar, pedir disculpas, etc..
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