¿Has experimentado alguna vez un sufrimiento grande? Recuerda la situación y trata de comprender que si hubieras usado tu comprensión no habría surgido el sufrimiento. El sufrimiento, ¿qué es?
Es un deseo contrariado. Es un desear que las cosas ocurran como tú quieres que ocurran, o que las personas se comporten como tú quisieras y, al no ser así, el deseo choca con la realidad, y de esta fricción surge el sufrimiento.
El problema está en mi insistencia de que ocurra algo distinto a la realidad. Es la pretensión de distorsionar la realidad para conformarla a mi apego.
Cuando yo deseo retener a un amigo, y ese amigo me abandona, en realidad mi sufrimiento será el creer que, porque él se va, yo soy despreciado. Mi deseo de ser querido y mi apego por determinada persona hacen que cifre mi felicidad en retenerla. Y si no lo consigo, mi creencia y mi apego se estrellan contra la realidad. Y esto es el origen del sufrimiento.
Lo cierto es que todo es un engaño de la mente. ¡Tú no eres mi felicidad! Es mi ilusión la que me hace creer que, si te tuviera a mis pies, yo sería feliz. Lo cierto es que no necesitas de nadie para ser feliz, y que el amor no es eso.
El amor diría: "Deseo disfrutar libremente de ti sin miedo a perderte." Sé que puedo gozar de tu amistad si la tomo tal cual es. El amor se produce en mí y en ti de una forma distinta, y yo no puedo exigir que sientas lo mismo que yo siento.
Tú no puedes exigir a nadie que te quiera, pero en cuanto no seas exigente y sueltes los apegos, podrás reconocer cuántas personas te quieren así como eres, sin exigirte nada, y comenzarás a saber lo que es amor.
La realidad es aquella que traspasa todo concepto. Observa cuándo sufres y mira todo lo que se presenta en la pantalla de tu conciencia para reconocer lo que la realidad te dice, fuera de todo concepto, y separado de tu sufrimiento.
Poco a poco, abre tu conciencia a las cosas que hasta ahora vivías como hábitos y, por ello, te pasaban inadvertidas. Observa lo que hay detrás de todo concepto y de todo sufrimiento. Ésta es la liberación de la mística.
No renuncies a nada, pero no te apegues a nada. Disfruta de todo lo que te deparen la vida y las personas, pero no retengas nada. Dejar que pasen es disfrutar de todas y renovar a cada instante la felicidad.
"Dios no muere el día que dejamos de creer en un ideal personal, pero nosotros morimos el día que nuestras vidas no están iluminadas por una actitud de admiración de la realidad más allá de la razón con un respaldo constante, renovado cada día."