¿Qué proporciona la práctica de la Atención Plena?

 

Con la práctica desarrollamos el “testigo interno”, alerta, que observa todo y se mantiene imparcial, cuando practicamos Mindfulness, la atención se enfoca en el presente, en el momento (incluso si estamos pensando en el pasado o en futuro, lo hacemos en presente), lo contrario ocurre con el estado de conciencia normal, donde la atención se esfuma con facilidad hacia el pasado o hacia el futuro, provocando un estado de inatención, del cual salimos al practicar la Atención Plena, para volver a situarnos en el presente; y, al aceptar lo que hay, sin pretender que sea de otra manera, aparece una plenitud interna, y no necesitamos buscar en un futuro incierto, algo que nos de felicidad.

 

La Atención Plena, se cultiva prestando expresamente atención a cosas en las que, generalmente no se nos ocurre ni pensar. Con la práctica, vamos desarrollando en nuestras vidas, nuevos tipos de control y sabiduría, basados en nuestra capacidad de relajarnos, prestar atención, adquirir conciencia y tener una visión profunda.  Asumimos desde el comienzo de la práctica que, mientras respiremos, hay más de “bueno” que de “malo” en nosotros, por muy enfermos o desesperados que nos sintamos.

 

Para entrenarse, requiere disciplina y energía por nuestra parte, para movernos en la dirección de la sanación y la paz interior, lo que significa aprender a trabajar con el estrés  y el dolor que nos hacen sufrir.

 

El estrés es generalmente tan grande  e insidioso en nuestras vidas, que cada vez hay más gente, comprendiendo la importancia de un compromiso personal para gestionarlo, especialmente, si ya hay enfermedad  o una incapacidad crónica, que añada más estrés a nuestra vida, además del causado por las presiones cotidianas. (Jon Kabat Zinn)

 

Con la Atención Plena o Mindfulness, las personas aprenden a conocerse mejor, y aprenden a responder de manera más saludable a las situaciones estresantes, en vez de reaccionar de manera mecánica, como se suele hacer debido a los condicionamientos, programas, hábitos, con los que funciona la mente.

 

No se trata de escapar o tapar nuestros problemas, pues de esta manera, se multiplican, y además disminuye el poder de crecimiento, de cambio y de sanación. La manera de superarlos es enfrentándolos, y constituye todo un arte, enfrentarse a las dificultades, de manera que encontremos soluciones eficaces, armonía y paz interior.

 

Cuando somos capaces de movilizar nuestros recursos  internos, para enfrentarnos con ingenio a nuestros problemas,  por lo general, la presión del propio problema, nos ayuda a orientarnos para salir adelante, igual que un marino orienta la vela para aprovechar mejor la fuerza del viento, e impulsar la embarcación. No podemos navegar de proa al viento, y, si solo sabemos navegar con el viento en popa, únicamente llegaremos allí donde este nos empuje. Sin embargo, si sabemos cómo utilizar a energía del viento, y tenemos paciencia, a veces podemos llegar donde deseamos.

 

Si queremos aprovechar la fuerza de nuestros problemas para avanzar de esta forma, tendremos que estar sintonizados, como el marino lo está con su barca, la mar, el viento y su rumbo, entonces el problema se convierte en una oportunidad de crecimiento, de aprendizaje. Tendremos que aprender a seguir adelante con todos los temporales que puedan ir surgiendo. Como un marino, intenta evitar el temporal, pero si ya está envuelto en uno, sabe cuándo arriar las velas, echar el ancla, y navegar con el tiempo, controlando lo controlable y desocupándose de lo demás.

 

Se necesita desarrollar estas habilidades, para poder enfrentarnos  y salir bien, de las variadas “condiciones meteorológicas”, a esto se refiere el arte de vivir consciente.

 

 

 

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