Nelson Mandela es portador de un mensaje que parece trascender fronteras. Para muchos, es ante todo un símbolo de la capacidad del ser humano de ver más allá de su propio sufrimiento. Un hombre que después de 27 años de prisión, eligió tender una mano a la minoría blanca que lo había encarcelado y supo conducir a su país a una transición histórica.
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos
inadecuados.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos mas allá de cualquier medida. Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos da
miedo.
Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿quién soy yo para ser brillante, bello, con talento y
fabuloso?
En realidad, ¿quién eres tú para
no serlo?
Eres un hijo de Dios.
El hecho de que juegues a ser
insignificante no le sirve de nada al mundo.
No hay nada de iluminado en
encogerse para que la gente a tu alrededor no se sienta insegura.
Se supone que todos tenemos que brillar, tal como lo hacen los niños.
Hemos nacido para manifestar la gloria de Dios que tenemos dentro. Y no, esto no está sólo en algunos de nosotros: está en todos.
Y así cuando dejamos a nuestra luz brillar, inconscientemente estamos dando permiso a otros para hacer lo mismo.
Y así cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a otros.”
Nelson Mandela
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