Salirse del papel de Víctima

   

  La importancia de este tema del victimismo radica en que todos alguna vez nos hemos sentido víctimas de las circunstancias.

 El victimismo, se trata de un papel de sentirse víctima que tiene sus ventajas y también sus inconvenientes.

 Sintiéndose víctima, la persona muchas veces consigue lo que desea, que le presten atención, que le proporcionen cariño, cuidados, comprensión, una justificación a lo que le sucede, etc.

 

  Es como ponerse en el papel de "bueno de la película", que siempre es mejor visto socialmente que el papel de "malo". Pero sostener este papel en el tiempo, genera mucho sufrimiento. La persona que se siente víctima, utiliza este sufrimiento como arma para conseguir lo que pretende y se vale de quejas, exigiendo, a veces soterradamente, a los demás que se comporten de una manera determinada, despertando en ellos, en muchas ocasiones, un sentimiento de culpa. 

 

  Esta manera de ver de la persona que se siente víctima, es una distorsión de la realidad, una manera de interpretarla, que se basa en la creencia de que son los otros los responsables, los culpables de lo que le sucede, y por ello, son los otros los que tienen que cambiar, los que tienen el problema, siendo ella la que sufre las consecuencias.

  Al ver las cosas de esta manera, el víctima, siente que la otra persona saca beneficios a su costa, que no lo trata como se merece, siente que todo le sale mal, que siendo una "buena persona", está padeciendo una serie de injusticias y el culpable siempre es el exterior : la vida, el destino, las personas, la mala suerte, Dios, etc.   

 

  Esta postura de víctima, tiene que ver con percibir sólo una cara de la misma moneda, sólo una parte de la realidad, donde la persona siente que está en lo cierto, que tiene razón, y que es el otro el que está equivocado, por lo que está sufriendo injustamente, de esta manera, al sentirse víctima, delega la responsabilidad de lo que le sucede, porque se siente indefensa, paralizada, pudiendo asumir una actitud pasiva o activa.

 

  Si actúa de manera pasiva, se valdrá de la queja y sentirá que el "exterior" es más fuerte, se sentirá indefensa y sumisa y permitirá que el otro se abuse, priorizará al otro, pudiendo despertar en él sentimientos de culpabilidad.    

  Pero puede ocurrir lo contrario, que actúe de una manera más activa, donde se justifique por todo lo que ha sufrido en la vida, lo que "le han hecho injustamente", por toda la adversidad que ha soportado, y por ello se muestre agresiva, con un gran resentimiento en su interior, que le da la fuerza para luchar, atacar, contra la situación o persona que siente que es la culpable de lo que le sucede o sucedió.

 

  Cuando ha habido un daño real, donde la persona recibió agresiones, injusticias graves,es natural que durante un tiempo, la persona se sienta víctima, debiendo trabajar adecuadamente las emociones, a veces con ayuda terapéutica, para no quedarse instalada en el papel de víctima indefinidamente.

 

Cómo salirse del papel de víctima

  El primer paso es el darse cuenta, el tomar consciencia de las ocasiones en las que adoptamos o hemos adoptado el papel de víctimas; aquellas ocasiones en las que culpamos a la vida, a los demás de lo que nos está ocurriendo o nos ocurrió, liberándonos de esta manera de la responsabilidad que nos corresponde ante lo que acontece, porque quedamos "paralizados", "estancados", sin saber que hacer.

 

  Luego, conviene preguntarnos en qué medida contribuimos a lo que nos está pasando; haciéndonos responsables de la "parte que nos toca". Quizá, esto no nos resulte nada fácil, pero es el principio de la salida, el cambio de percepción de los acontecimientos y el pensar que tenemos el poder de hacer algo con lo que nos pasa.

 

  Tendríamos que ver, observar, qué se esconde detrás de ese papel de víctima, qué "beneficios ocultos" recibo al adoptar esta actitud, en qué me compensa. A veces, es una manera de controlar al otro, es el liberarse de la responsabilidad de lo que nos ocurre o quizá, una manera de dejar salir la rabia contenida, hacia los demás, de manera "justificada".

 

  Es saludable ver qué necesidad no expresada se oculta tras el papel victimista, por ejemplo, puedo estar necesitando afecto, y en vez de decirlo abiertamente a la persona, la "manipulo" quejándome y expresando: "con lo mucho que hago por tí, y no me vienes a visitar, o no eres cariñoso conmigo....." 

 

  Hacernos responsables de lo que nos pasa, no significa que debemos cargar con la culpa y no reconocer cuando la otra persona actúa de una manera inadecuada y hasta agresiva con nosotros, sino, más bien, buscar una solución saludable a la situación, partiendo de la aceptación de  lo que ocurre, y tratando de cambiar lo que se pueda cambiar.

 

  Se trata de recuperar el poder sobre nuestra propia vida, sin creer que el afuera es el responsable de mi felicidad; aceptar que cada uno es como es, que las circunstancias son como son, y que el cambio es de adentro hacia afuera.

 

  Recordemos que los hechos en sí son neutros, y que es la interpretación que les damos la que nos hace sentirnos de una manera o de otra. Cambiar el "color de las gafas" que llevamos puestas para ver la vida es de gran ayuda..... 

                                                                                                                    Namaste

               



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Comentarios: 1
  • #1

    tererodri_27@hotmail.com (martes, 04 junio 2013 13:12)

    ésto me pega muuuy fuerte!!!