El arte de la escucha en el yoga.

 

Como es lógico, para poder funcionar con normalidad hemos de mantener una cierta cantidad de tensión en el cuerpo, pues de lo contrario colapsaríamos. Esta es la tensión fisiológica que forma parte del funcionamiento normal de los músculos.

El problema surge cuando la tensión se vuelve psicológica y está basada en el miedo, la resistencia y el hábito.

 

En muchas ocasiones las distintas capas de tensión del cuerpo son crónicas y están profundamente arraigadas. Pueden haber estado acumulándose durante muchos años, Por lo tanto, no se van a disolver de la noche a la mañana. Nos hace falta tiempo y dedicación en el yoga.

 

Al principio es probable que la nueva sensación que tengamos del cuerpo sea intermitente y que los viejos patrones sigan manifestándose.

Hemos de estar alertas para percatarnos de esto y mantener nuestro nuevo sentido de amplitud a lo largo de todas las actividades cotidianas.

No obstante, las células de nuestro organismo, poseen una memoria orgánica, por lo que una vez que hemos descubierto nuestro cuerpo original, esta nueva sensación nos invita a habitar en ella y se va volviendo cada vez más permanente.

En última instancia, debemos comprender la naturaleza de esta resistencia, como la crea el “yo” imaginario.

 

Podemos aprender a relajar el cuerpo y la mente, pero la relajación última solo puede darse cuando somos conscientes de nuestra verdadera naturaleza.

Mientras sigamos identificándonos con el hacedor o el pensador, la inquietud y el desasosiego seguirán estando presentes.

 

El soltar es un proceso

Aunque haya una parte de nosotros que realmente quiera soltar y desprenderse de todo, es muy posible que también haya otra que sienta un profundo miedo ante la perspectiva de liberarse de las tensiones y los patrones que durante años y años han colonizado nuestro cuerpo –mente.

Así que no debería sorprendernos demasiado que cuando empecemos a liberar ciertas tensiones superficiales surja una cierta sensación de desorientación, confusión o desconcierto.

Esto sucede porque todas esas tensiones y resistencias crónicas de nuestro cuerpo se han ido acumulando para defender nuestra personalidad/ego, para proteger la imagen de quien creemos que somos, y en consecuencia, cuando empezamos a liberarlas surge también el miedo a perder dicha identidad, la sensación de estar indefensos.

 

Es un miedo a lo desconocido, porque ¿Quién sería yo sin esta gravedad, sin este peso, sin esta densidad, sin esta armadura y todos los muros que he construido a mi alrededor?

 

Cuanto más comprendamos que este miedo está basado en una ilusión, que la autoimagen (el ego) no tiene más realidad que la de un fantasma, más capaces seremos de abandonar sin esfuerzo aquello que no somos.

Pero no hay nadie que suelte, sino que se trata de un proceso que se da por sí mismo.

En cambio, si intentamos deshacernos intencionadamente de la agitación, el hecho de estar implicados personalmente en la tarea, no hará más que reforzar la resistencia original.

 

El proceso únicamente puede desplegarse por medio de la aceptación de lo que es, de una actitud de total bienvenida a todo lo que surja.

Cuando nos sentimos abrumados o sobrepasados por una situación, o cuando estamos atravesando alguna crisis, no hay mucho que podamos hacer al respecto; solo después, una vez que ha pasado, nos es posible tener cierta perspectiva sobre lo ocurrido.

 

Sin embargo, cuando nos volvemos más íntimos con nosotros mismos y objetivamos la reacción, cuando la sentimos en el cuerpo en el mismo momento en que se desencadena, nos estamos dando más espacio para ver con claridad.

Damos un paso atrás, nos alejamos, ya no estamos perdidos en la reacción.

 

Más adelante, somos capaces incluso de percatarnos de que va a aparecer una reacción emocional incluso antes de que surja, por lo que en realidad nunca llega a emerger.

En este proceso de desprendimiento es muy posible que aparezcan sentimientos y emociones de alegría y liberación, pero al principio también puede ocurrir justo lo contrario, pues aún pueden quedar (profundamente enterrados en la estructura del cuerpo y en nuestros hábitos respiratorios) residuos de ira, de enojo, de celos, o de traumas que se remontan a la infancia.

Estos factores psicológicos pueden manifestarse en el cuerpo como diversos tipos de enfermedades y dolencias.

 

Cuando empezamos a liberar la energía estancada es posible que las emociones que originalmente estaban asociadas con esa contracción emerjan a la superficie.

 

En consecuencia pueden brotar sentimientos de ira, tristeza, podemos romper a llorar, etc.

Es importante que dejemos que aquello que necesita aflorar a la superficie, lo haga; no suprimir los sentimientos, sino darles el espacio que requieren para que el cuerpo se libere.

No es necesario analizar o ahondar en cual podría ser el origen de estos sentimientos, basta con que dejemos que la sensación se despliegue como haya de hacerlo y nos diga lo que tenga que  decirnos.

De lo contrario, caemos otra vez en el mundo conceptual e interferimos con este proceso de limpieza.

 

¿Puedo limitarme a ser el testigo neutral y no involucrado de este proceso de liberación?

 

El cuerpo posee su propia memoria orgánica en lo concerniente a la salud y la armonía, y cuando se lo permitimos se libera de todos los residuos.

Respecto a cuánto tiempo ha de durar este proceso, no hay ninguna regla establecida. Depende de lo voluminoso que sea el bagaje con el que carguemos y de lo profundo que sea nuestro compromiso a la hora de abordar esta autoexploración.

Cuando las contracciones neuromusculares empiezan a relajarse, es posible que se produzcan en el cuerpo una serie de sacudidas, o algo que percibimos como trafagas de impulsos eléctricos. Sin embargo, es algo frecuente de lo que no hay que preocuparse.

Este proceso también puede volverse más complicado y adoptar formas muy diversas, como por ejemplo pequeños movimientos espontáneos de la cabeza de un lado a otro, un vaivén o balanceo corporal y otros movimientos espontáneos del cuerpo.

No obstante, esto sucede solo cuando lo permitimos, de modo que podemos detenerlo en cualquier momento.

 

Se trata de un proceso en el que las tensiones corporales se están relajando y liberando restricciones.

Con el tiempo, la liberación de las tensiones más conspicuas y prominentes propicia que otras energías más sutiles puedan comenzar a fluir por el organismo.

Aunque a nivel externo no se manifiesten como movimientos, estas energías pueden llegar a ser intensas. Es importante permitir que fluyan, pues conllevan una limpieza profunda de toda la estructura psicosomática.

Es posible que estas energías se experimenten de un modo más intenso en ciertos centros de energía (llamados chakras), bajo la forma de una energía que fluye hacia arriba desde la base de la columna o como una fuerza de presión en la cabeza.

Pueden presentarse en oleadas o ir acumulándose poco a poco, como si de una presa se tratase, hasta acabar desbordándose y fluir por completo.

 

Estos intensos flujos de energía también pueden experimentarse en todo el cuerpo, no solo a lo largo de los canales centrales de energía. En ocasiones van acompañados por la visión de luces.

Por lo general, estas descargas energéticas no resultan desagradables y son fáciles de sobrellevar, el cuerpo, haciendo uso de su sabiduría innata, tan solo producirá aquello con lo que nos sintamos cómodos. Pero no debemos entregarnos a lo que pueden llegar a ser sensaciones sumamente agradables y placenteras, pues estas sensaciones, como cualquier otra cosa no son más que objetos. No te pierdas en ellas. De lo contrario se convertirán en una distracción, en meras golosinas para el ego.

 

Recuerda que tú eres el testigo.

 

Esas sensaciones no son lo principal, solo son el subproducto  que aparece  a medida que vamos recuperando la armonía de nuestro ser.

 

Las técnicas para abrir los chakras por medio de la voluntad, son completamente artificiales, Solo entendiendo esto,  puede darse una apertura natural de estos centros energéticos.

 

Ten cuidado con las promesas, placeres y los poderes alcanzados o anticipados, pues todo eso te seduce y te aleja de la Verdad.

Shri Atmananda (Krishna Menon)