Dolor físico, dolor emocional y sufrimiento

 

Dolor físico

me lastimo un dedo con un martillo, se inflama y aumenta la percepción del estímulo doloroso en ese dedo, hay terminales nerviosas específicos para detectar el dolor, se llaman receptores nociceptivos. Esos estímulos dolorosos viajarán por delgados filetes nerviosos que llegaran a la médula espinal y de ahí irán hacia el cerebro, hasta llevar esa información a la corteza cerebral, y hacerlo consciente.

 

El dolor es una información o  un síntoma de un proceso que está sucediendo o en curso, en este caso el martillazo en el dedo. Luego lo interpretas mentalmente, según tu cuadro emocional y los procesos cognitivos que esa información dolorosa produce; aun tratándose de un dolor físico,  también incluye una vivencia emocional.

 

Dolor emocional

si bien el dolor físico  también puede tener un aspecto emocional como agregado, cualquier circunstancia que nos resulta emocionalmente dolorosa (una palabra hiriente, una ofensa, un menosprecio, un rechazo, un desengaño, una ruptura afectiva, frustración o cualquier circunstancia emocionalmente hiriente) produce dolor, en definitiva se trata de un verdadero trauma.

El componente emocional negativo que acompaña a cualquier circunstancia de estrés va a tener una repercusión como lo tendría un estresor de orden físico; ocurre en cualquier situación estresante compleja o conflictiva: estrés laboral, postraumático, experiencias injustas, pobreza, indigencia, mirada despectiva del otro, etc.

Lo que ha demostrado la ciencia es que las mismas áreas que se activan para el dolor físico, son las que se activan para el dolor emocional, y no solo se activan las áreas  que se corresponde a la zona dañada del cuerpo (en caso de algo físico), sino también otras áreas cerebrales como la corteza cingulada anterior y la corteza de la ínsula.

Estas dos zonas son las que se activan tanto si el dolor es físico, como si es un dolor emocional, por lo cual el cerebro no distingue demasiado entre el dolor físico y el dolor emocional… De ahí la importancia del trauma emocional producido por ej., por el bullying, y otros,  que dejan una secuela o cicatriz emocional.

 

Es importante  que todo dolor sea procesado y atendido adecuadamente, no subestimarlo, ya que continuará trabajando en nuestra mente, nos solo en el plano de la conciencia, sino también en el inconsciente.

 

El dolor emocional es parte de la vida, conviene procesarlo y sacar el aprendizaje, nos invita a sentir, reflexionar y pensar.

 

Sufrimiento

Cuando nos pasa algo desagradable conviene comenzar por la aceptación, en vez de ¿por qué a mí? puedo plantearme, ¿y por qué no a mí?

El sufrimiento es una condición plagada de emociones negativas sostenidas en el tiempo, en sí mismo es inútil y una fuente constante de dolor. Es solo aprovechable si nos permite dar un salto hacia adelante para fortalecernos, solo a través de un proceso consciente podremos superarlo y convertirlo en aprendizaje.

 

El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, dijo Buda, porque está bajo nuestra responsabilidad y albedrio superarlo.

El sufrimiento se instala cuando no aceptamos los cambios, cuando le ofrecemos resistencia a los hechos que se nos presentan, cuando no nos adaptamos a las nuevas condiciones.

 

Como dice Selye:

el estrés es un síndrome general de adaptación. Nuestro cuerpo y mente buscan adaptarse a la condición que nos estresa.

 

Si no logramos la adaptación a la situación, irá más allá de los límites tolerables y se convertirá en estrés dañino, produciendo enfermedades de desadaptación, en palabras de Selye.

Para salir del sufrimiento no es la realidad la que ha de cambiar, sino nuestra forma de pararnos ante ella.

El sufrimiento nos indica que estamos procesando el mundo de modo incorrecto y en contra de nuestros intereses, conveniencia y bienestar.

Solo si le damos nuestro consentimiento, habrá sufrimiento.

La realidad es neutra, lo que interesa es como nosotros la procesamos.

 

Distingamos entre lo que podemos cambiar, lo cambiamos; pero cuando no está a nuestro alcance hacerlo, es mejor aceptarlo, que no quiere decir que me agrade, sino aceptar es decir “si” a lo que está aconteciendo, simplemente porque está sucediendo y luego ver qué es posible hacer con ello.

 Quedarse enganchados en una realidad que  ya no existe, cuando el sufrimiento nos conmueve, nos impedirá salir de él.

 

Aceptar los vaivenes de la vida no es resignarse, que significa inacción. Aceptar es adaptarse activamente a las circunstancias; negar los cambios es no aceptar la impermanencia, que es lo único permanente: la impermanencia.

 

Hemos de tener flexibilidad mental para  adaptarnos a los cambios.