Merece la pena estar muy atento a los contenidos mentales que “dejamos brotar y, a veces, entrar” en nuestra experiencia interior, ya que aquello que actualicemos en nuestra imaginación tenderá a ser cultivado para, finalmente, llegar a ser vivido por la totalidad de nuestros sentidos.
Conviene lograr un buen filtraje de pensamientos no aprobados, con sus consiguientes palabras críticas y enjuiciadoras, ya que, finalmente, producen limitaciones y cierres a nuestra energía. Para ello, es menester desarrollar un intenso estado de atención.
La atención consciente no es lo mismo que el pensamiento, sino más bien la observación del pensamiento.
Permanecer en atención y devenir auto-consciente supone “darse cuenta” de los contenidos emocionales y mentales que aparecen en el escenario interior de la mente, y que tienden a dirigir casi automáticamente la vida.
El pensamiento suele funcionar con cadenas de asociación. Se puede comenzar pensando en algo que ha llamado nuestra atención; por ejemplo, un letrero con la imagen de una playa, y tras sucesivas asociaciones, muchas veces inconscientes y automáticas, acabamos pensando en nuestra abuela.
La mente consciente es capaz de romper la cadena asociativa, y experimentar cómo nace y muere cada pensamiento en cada instante.
La inercia de las críticas, los juicios negativos, las condenas fáciles y reactivas, la visión depresiva de los acontecimientos, la interpretación pesimista de las realidades con las que “soñamos” y una ya clásica gama de fijaciones negativas ante el devenir, merecen ser vigiladas cuando intentan hacer su aparición asociativa en la consciencia.
Conviene tener en cuenta que podemos modificar nuestro enfoque de ver y, en consecuencia, reencuadrar los aspectos y beneficios positivos que toda situación, por terrible que parezca, indefectiblemente conlleva.
Esta corriente de detener el discurso negativo interior, con sus consiguientes y a veces aterradoras “anticipaciones negativas” de acontecimientos, ha dado lugar al llamado pensamiento excelente, que no consiste en ignorar los aspectos negativos de la vida, sino en enfocar nuestra atención a las soluciones. Con ello defendemos nuestro estado anímico de miedos estériles, estados depresivos y otros virus mentales, con el fin de mantener un punto de atención capacitador, proactivo y expansivo que, sin duda, resuelve los problemas y atrae beneficios en todos los órdenes de la vida.
Las cosas no cambian, lo que cambia es tu forma de mirarlas.
Don Juan de C. Castaneda.
Obsérvate en aquellas situaciones en las que, por ejemplo, debías presentarte ante una fiesta de amigos nuevos, y por alguna razón había llegado a tus oídos que se tenía una impresión negativa de ti.
En este tipo de situaciones, si no se posee un entrenamiento, el sujeto afectado por la crítica tiende a actuar muy por debajo de sus posibilidades, las bromas no le salen, deja de sentir fluidez y cualquier torpeza tiende a validar la opinión que “supone” tienen de él.
Si por el contrario, lo que llegó a tus oídos es que el grupo en cuestión pensaba de ti que eras una persona plena de cualidades, atractiva y poseedora de un gran criterio y agudeza, observarás que, efectivamente, tu actuación respondió con más facilidad al supuesto papel que se te pensaba.
En definitiva, un estado interior puede determinar actuaciones y capacidades que teóricamente deberían de funcionar con total independencia y eficacia.
J.M.Doria