El Niño Herido / El Niño Maravilloso
EL NIÑO HERIDO
Cada niño necesita desesperadamente saber que sus padres están sanos y son capaces de cuidarlo, y que él les importa a ellos.
El sentir que él es importante para sus padres significa que, la condición de ser especial, se refleja en los ojos de ellos o de las otras personas encargadas de su cuidado. Que él les importa también se observa en el tiempo que le dedican. Los niños saben intuitivamente que la gente pasa el tiempo con quienes ama. Los padres hacen que sus hijos sientan lástima de sí mismos, al no tener tiempo para ellos.
Cuando los padres se hallan bajo tensión crónica, incluyendo las adicciones al trabajo, a las actividades religiosas, al alcohol, etc.; los desórdenes en las comidas; las adicciones al control excesivo o al perfeccionismo; o las enfermedades físicas o mentales, cualquiera que sea el desorden, cuando a los padres los absorben sus cuestiones emocionales, no pueden prestar la debida atención a sus hijos.
El descuidado niño herido que se aloja en el alma del adulto, es una fuente importante de dolor humano.
Hasta que reclamemos y defendamos a ese niño, seguiremos alterando y contaminando nuestra vida adulta.
Los deseos del adulto son las necesidades del niño sin satisfacer.
Los dolores que no pudimos expresar en nuestra infancia, los cargamos como una mochila, y se expresan con nuestras reacciones antes de que nos demos cuenta.
Estas reacciones son las que nos causan más problemas en las relaciones íntimas, y claro, a la otra persona, le parecen irracionales, y exageradas.
Cuando estamos en una relación, los enojos y dolores no resueltos en el pasado, los actuamos en el presente con el otro a través de nuestras reacciones.
Por lo general, estos viejos dolores no aparecen hasta que nos ponemos en pareja, y suponemos que es nuestro compañero el que los causa. Habitualmente no ocurre al principio, sino en la medida que nos vamos sintiendo verdaderamente unidos con el otro.
En muchos casos de separación el problema no se encuentra en la relación de uno con el otro, sino en asuntos no resueltos de cada uno de ellos con su propio pasado.
Hasta que no me ocupe de este niño herido él seguirá reaccionando y empeorando mis relaciones íntimas.
Y el único que puede escucharlo soy yo mismo, cuando me ocupo de su tristeza, de su enojo, de su dolor... Entonces el niño no va a reaccionar, porque está contenido.
Algunas de estas heridas no las podemos descubrir en soledad, necesitamos de alguien que nos ayude a encontrar y nos permita sentir lo que sentimos sin descalificarnos.
El niño herido necesita validación de su dolor, sólo después, puede expresarlo y atravesarlo.
El dolor es un proceso que ocurre a través del shock, la tristeza, la soledad, la herida, el enojo, la rabia, el remordimiento.
Para llegar al punto del dolor es fundamental salirse de culpar al otro y observar qué me pasa a mí con mis reacciones, lo cual no significa que ponga los límites necesarios a la persona en la situación.
Cuando establecemos una pareja, hacemos un pacto inconsciente en el cual, por ejemplo, yo espero que tú seas el padre que no me va a abandonar y tú esperas que yo sea la madre que te va a aceptar incondicionalmente como eres. Y cuando esto no ocurre, porque es imposible que el otro cure mis heridas, empiezo a culparte.
Hay personas que pueden ser brillantes en el nivel adulto, pero cuando vuelven a la intimidad de sus relaciones más comprometidas, no son más que niños infinitamente necesitados que reaccionan frente a la falta de cariño, de atención o de reconocimiento.
Muchas veces, los adultos no se ponen de acuerdo, porque en realidad cada uno está expresando a su niño herido, como en su infancia reclamándole a su mamá o a su papá diferentes cosas, y el otro no puede dar porque también está pidiendo lo suyo.
Como dice Welwood:
“podemos aprender a aprovechar cada dificultad que encontramos en el camino para ahondar más, para conectarnos con más profundidad; no sólo con nuestra pareja, sino también con nuestra propia condición de estar vivos."
«Mi querido niño herido, estoy aquí por ti, listo para escucharte.
Por favor, cuéntame tu sufrimiento, muéstrame todo tu dolor.
Estoy aquí, escuchándote de veras.»
Y si sabes volver a él, escucharle cada día durante cinco o diez minutos, la curación tendrá lugar.
Cuando subas una bella montaña, invita al niño que hay dentro de ti a subir contigo.
Cuando contemples una hermosa puesta de Sol, invítale a disfrutarla contigo.
Si lo haces durante algunas semanas o meses, el niño herido que hay en ti se curará.
La plena conciencia es la energía que puede ayudarnos a hacerlo.
Thich Nhat Hanh
EJERCICIO PARA EL NIÑO INTERIOR
Visualización
Reserva un momento cada día para comunicarte con tu niño interior. En primer lugar, tómate un tiempo para respirar profundamente y relajarte…
Entra en tu interior y toma contacto con tus sentimientos de amabilidad, dulzura, compasión, fuerza y amor…
Después retrocede hasta algún momento de tu infancia en que sentiste que te juzgaban, te abandonaban emocionalmente, te trataban con insensibilidad, en que sentiste culpa, vergüenza, temor e indignidad, en que sentiste que no te amaban…
Ahora permite que tu adulto interior, que es fuerte, acogedor, compasivo y amante, conozca a tu niño interior, que necesita consuelo y amor…
Que tu adulto esté ahí plenamente para tu niño, para ofrecerle el respeto incondicional y la seguridad que en otro tiempo le fueron negados…
Deja que tu niño interior te cuente su experiencia, tal como la sintió. Tranquilízalo y dile que, pase lo que pase, no le abandonarás…
Repasa los años de tu vida pasada y en cada uno asegura a tu niño con amor, que es hermoso y simpático, digno de amor, respeto y adoración.
Escúchale contar la experiencia de su nacimiento. ¿Se sintió deseado y amado?
Sean cuales fueren sus sentimientos, hazle saber que tiene derecho a estar aquí y que ahora es amado…
Date la bienvenida al mundo…
Encuentra en tu interior aquella parte de ti que es amante, amable y generosa, y trátate como si fueras tu único hijo o hija…
Ahora escucha la experiencia de tu niño interior de un año de edad. Exprésale todo tu amor y tu respeto. Hazle saber que está a salvo…
Comunícale tu alegría…
Ve y reconoce su luz…
Siguiendo tu propio ritmo, continúa a través de los años hasta llegar a la edad que tienes actualmente.
Si repasar cada año de tu vida hasta hoy es más de lo que sientes que puedes hacer ahora o más de lo que necesitas, elige sólo aquellos momentos en que no te respetaron y sentiste miedo y confusión.
Tal vez tu mayor necesidad fue tener un aliado cariñoso en la escuela. En este caso, retrocede en tu imaginación y sé para ti un maestro o una maestra, un amigo o una amiga.
Defiende y apoya tus talentos y capacidades…
Haz saber a tu niño interior que es inteligente y creativo, y que es un gran placer estar en su compañía…
Tómate todo el tiempo que necesites y, cuando sientas que ha llegado el momento de hacerlo, continúa con tu día.
EL NIÑO MARAVILLOSO
Es el resultado de sanar las heridas del niño herido, al hacerlo, conecta con la inocencia que tuvo siempre, antes de recibir cualquier educación, condicionamiento o experiencia vital.
A este potencial innato de exploración, entusiasmo, amor y creatividad, Carl Jung lo llamó “el niño maravilloso” .
A lo largo de la vida, muchas veces has estado en contacto con ese niño/a cuando ríes a carcajadas, cando contemplas y admiras un paisaje, una puesta de sol, una noche estrellada, la luna llena, la belleza de una flor, la ternura de un animalito, cuando te expresas creativamente, etc.
Para llegar a recuperar su poder, se trata de reeducarlo, enseñarle un nuevo modelo y practicar repetidamente. Ser creativo, que en realidad es estado natural del ser humano.
Tu niño maravilloso es tu ser esencial. Es la conciencia de testigo que mira con ojos de principiante, cada momento presente. Tu niño maravilloso es la parte de ti que posee, en forma humana, el poder que se acerca más a la divinidad: Tu regeneración y transformación creativa.
Para encontrar al niño maravilloso, tu esencia, es necesario abrir el corazón a toda su vulnerabilidad original, sentir el dolor original plenamente, como hemos comentado. Esto nos devuelve nuestra autenticidad, y nuestra identidad esencial no falseada por la máscara de la personalidad.
Para crear espacios en el corazón que aún no existen, es necesario sentir este dolor de la herida original. Leon Bloy
Parte del proceso de maduración y sanación es llegar a conocer que somos únicos y excepcionales, como todo el mundo. Somos únicos, pero nuestro dolor es compartido.
Somos nuestros propios salvadores. Como niños, traemos luz a la oscuridad de nuestra herida y vulnerabilidad originarias, para encontrar nuestro mayor potencial oculto en el corazón.
Es posible que a fin de cuentas, la educación recibida nos de los elementos necesarios para llegar a ser quien somos, y darnos cuenta de que en realidad todo sucedió como tenía que suceder para entender la existencia en toda su magnitud, y aprender a reconocer los límites de lo humano.
El niño maravilloso, “divino”, no trata de ser más que humano, pero tampoco menos. Desarrolla el potencial creativo que le pertenece.
Tenemos suficientes condiciones para ser felices aquí y ahora.
Buda
Para aprender más sobre el Niño Herido y el Niño Maravilloso:
Curso Sanando el Niño Interior