Entusiasmo

 

No sólo éramos felices, ¡además lo sabíamos!. Kipling.

 

Si el éxito consiste en lograr los objetivos elegidos, una forma de felicidad consiste en constatar que estos se han conseguido. Y aunque tal sentimiento de logro sea fugaz, el hecho de darse cuenta de que en algún día anterior uno llegó a imaginar y desear aquello que ahora logra, produce corrientes de alegría.

 

De la misma forma, si alguien se propuso gozar de la sinérgica aventura del "descubrir juntos", y, de pronto, se da cuenta de que lo que en ese momento está viviendo es, justamente, un objetivo anteriormente deseado, sucede que el goce aumenta. Sucede que la consciencia de placer aumenta el placer. Saber y compartir que se es feliz multiplica el factor felicidad. Y aunque la felicidad con mayúsculas es in-causada, es decir, que carece de causa anterior que la produzca, bien es cierto que lograr objetivos, tras un esfuerzo sostenido, produce una satisfacción reparadora.

 

Cuando todavía la mente está dormida, ignora que el tipo de vida que cada uno de nosotros vive en los tiempos actuales es justo el modelo que anteriormente creímos y soñamos llegar a ser algún día. Ni más ni menos, la utopía se hace realidad porque todos los sueños nacen con vocación de ser experimentados.

 

Así funciona el juego de la creación, ella se sirve de nosotros y se autocrea a través de nuestra imaginación creadora. El tipo de vida que cada cual vive, no es tanto un problema de buena o mala suerte, sino de la calidad del propio programa mental y del nivel de consciencia.

 

¿Acaso nos tienta pensar en la existencia de un destino? ¿Acaso está todo predestinado por una Inteligencia Suprema que sincroniza acontecimientos e hilvana lo aparentemente desconectado?

 

A veces uno lo siente e intuye así. Otras veces sin embargo, pensamos que la realidad conocida se construye, instante a instante, mediante nuestras opciones de pensamiento. Y, tal vez, la verdad se halla tras las dos posiciones, ni la una, ni la otra, y ambas a la vez. Tal vez convenga soslayar la tendencia de elegir y excluir. Ambos aspectos pueden ser integrados en un nivel de conciencia expandido, en el que no hay contradicción y en el que todo es compatible. El estado no-dos, la observación Pura.

 

¿Cómo acercarse a dicho estado?

 

Para ello, deténgase el amante durante unos instantes y tórnese consciente de la ternura que siente. Atestígüe cómo brota el manantial de energía que fluye sin causa. Un espacio en el que se ofrece Agua de Vida y amor consciente a todos los seres sensibles.

 

Alguien dijo que el único pecado que podía cometer la humanidad sería tan sólo el de no ser consciente. En realidad, dejar de saber que uno ama y que además goza del amor, es dejar de amar.

 

Y parece que tenemos un derecho legítimo a gozar, que somos criaturas que merecemos la paz profunda, tan sólo por el simple hecho de ser conscientes. No hace falta que uno haga méritos, no es necesario que se lo gane o que simplemente realice esfuerzos por conseguirlo.

 

Nada hay que hacer, tan sólo se trata de estar preparados para que el sentimiento de amor nos busque y encuentre.

Mientras tanto, uno respira en la gratitud adelantada. El hecho de dar las gracias por lo que uno va a sentir, es ya sentirlo.

 

Sentirse bien e irradiar nuestro bienestar es un estado de conciencia nuclear que se encuentra más allá de la exaltación y del extremo emocional. En realidad, la consciencia está más allá de los polos del péndulo. Es la propia mano que sostiene los platillos de la balanza.

 

 

¿Hay algo mejor que darse cuenta de esa paz que brota más allá de las alegrías y las tristezas, plenamente observada?.

 

 J.M.Doria