Sistema de creencias de origen emocional - el niño interior

 

Reflejos y Proyecciones

 

El sistema de creencias de origen emocional, suele ser inconsciente para nuestra conciencia física y mental cotidiana porque:  

 

1.  la mayor parte de ellas se imprimieron en nuestro cuerpo emocional antes de que nuestra conciencia entrara en la esfera mental, de ahí que no se ubiquen en nuestro interior como pensamientos, palabras o conceptos, sino como sentimientos.

En nuestra vida adulta en el tiempo, interactuamos con nuestro pasado mentalmente, pero no emocionalmente, y de ahí que estos puntos causales emocionales ya no nos resulten visibles. 

 

2. Estas experiencias emocionales del pasado que están afectando  negativamente  nuestra vida en este  instante, son desagradables para nosotros, y por eso las sacamos de nuestra conciencia para poder  «seguir adelante en la vida».

A esto se le denomina supresión, y somos maestros en el arte de ocultarnos a nosotros mismos todo aquello que no sabemos cómo abordar.  

Como consecuencia de esto, nos vemos incapaces de establecer conscientemente la conexión entre estos acontecimientos causales y su impacto en nuestras circunstancias actuales, y esto es lo que hace que la vida nos parezca caótica, y que, el  sentirse víctima o vencedor sea un patrón de comportamiento que emerge por esta desconexión con el malestar emocional reprimido de nuestro pasado.

 

En un proceso terapéutico, lo que hacemos es  hacer emerger en nuestra conciencia esas emociones reprimidas de la infancia, así como el sistema de creencias negativas que aquéllas engendraron y poder integrar y  neutralizar el efecto negativo que están teniendo en nuestra experiencia vital presente.

 

Los recuerdos reprimidos y sus emociones correspondientes están tan profundamente arraigados en nuestra inconsciencia, que se nos van haciendo evidentes como sensaciones de difícil descripción, y emergen  en nuestra experiencia vital para poder integrarlas conscientemente,  en la forma de reflejos y proyecciones.

 

Un reflejo es la ocurrencia de una experiencia en nuestra vida que nos recuerda algo, mientras que una proyección es el comportamiento que adoptamos cuando reaccionamos ante tal recuerdo.

Por ejemplo, si alguien nos recuerda a uno de nuestros progenitores, eso es un reflejo.

 

Si, tras esto, comenzamos a conducirnos con esta persona como lo haríamos con el progenitor al que nos recuerda, esto será una proyección.

Se suele decir que este proceso «nos dispara», o que «nos ha pulsado un botón».

Lo que ocurre en realidad es que estamos viendo fantasmas de nuestro pasado (reflejos) y que vamos en pos de ellos (proyecciones).

Todo esto es generalmente inconsciente, un proceso terapéutico, nos ayudara a tomar consciencia de estas proyecciones y trabajar donde solo podemos hacerlo, y es en nuestro interior

 

En un principio, los reflejos aparecerán envueltos con un disfraz de circunstancias externas aparentemente fortuitas y caóticas, o bien disfrazados bajo un comportamiento no provocado de las personas que nos rodean, que nos genera una perturbación emocional. 

 

Pero, a medida que vayamos trabajando internamente,   nos iremos dando cuenta de que cada vez que sintamos  malestar emocional, es porque está emergiendo algo irresuelto de nuestro pasado,  y es la  oportunidad de resolverlo para que deje de atormentarnos en  el presente. 

 

Cada vez que ocurre algo que nos perturba emocionalmente, tanto si adopta la forma de un acontecimiento, como si adopta la forma del comportamiento de otra persona, estamos viendo un reflejo de nuestro pasado.

 

Cada vez que reaccionamos física, mental o emocionalmente ante tal circunstancia, estamos proyectando.

 

 

Una de las razones por las cuales no reconocemos en un principio que las circunstancias perturbadoras actuales vienen  por los recuerdos emocionales del pasado, es porque nuestra atención se ve traspasada por el acontecimiento físico o el comportamiento físico de la persona que nos altera emocionalmente, en vez de fijarnos en la reacción emocional que experimentamos como consecuencia.

 

Es la superficie de nuestra experiencia vital la que nos traspasa. Por eso tenemos que adiestrarnos para ir más allá de la superficie, porque lo que emerge en la memoria es siempre la firma emocional de la circunstancia perturbadora, no el acontecimiento físico, ni el comportamiento de la persona en sí. 

 

Sólo podemos acceder a nuestros recuerdos más antiguos en la forma de señales emocionales y, por ello, tenemos que aprender a ser conscientes de las corrientes emocionales que fluyen por detrás de las escenas de nuestra experiencia física del mundo. 

El mundo físico es, por naturaleza, un mundo de cambios constantes; por tanto, si nos concentramos en la superficie de cualquier evento, lo más probable es que supongamos que lo que nos está ocurriendo en un momento dado, es una situación nueva.

 

Sin embargo, el hecho de que ciertas circunstancias nos perturben emocionalmente, mientras que otras no lo hacen, y el hecho de que reaccionemos emocionalmente de forma automática ante estas circunstancias específicas, son evidencia suficiente de que lo que está ocurriendo en ese momento no es algo nuevo, sino algo que nos dispara emocionalmente debido a que es un reflejo de algo que preferiríamos no recordar, y de ahí que nos sintamos molestos con ello.

Un suceso así es siempre un reflejo, y nuestra reacción ante él es, por tanto, una proyección. 

 

Cualquier suceso de nuestra vida que nos dispare emocionalmente de un modo negativo es siempre un mensaje del pasado que se nos comunica en el presente.

 

A menos que los recuerdos reprimidos puedan salir a la superficie y ser integrados conscientemente, seguirán alimentando el sistema de creencias negativas que nos hacen daño.

La naturaleza de estas experiencias las hace desagradables en un principio, pero son experiencias que se dan para liberarnos, no para humillarnos.

 

Todas las circunstancias de nuestra vida,  forman parte de una obra teatral que se está representando deliberadamente por nuestro bien,

hasta el punto de que podemos ver reflejado fuera de nosotros mismos,

 lo que habíamos reprimido y ocultado en nuestro interior.

 

Estas proyecciones, sólo tienen un significado real para nosotros, de tal modo que si le preguntásemos al “mensajero”, nos miraría como si estuviésemos locos, porque el suceso en su conjunto y las implicaciones que el suceso tiene para nosotros,  son del todo inconscientes para la persona en la que se han reflejado nuestros recuerdos del pasado.

 

Nuestro inconsciente las atrae para poder resolver lo doloroso de la niñez.

 

 

Los más importantes actores de este drama escenificado son nuestra familia más cercana, nuestros amigos íntimos y las personas con las que convivimos en nuestro trabajo.

Sin embargo, podemos atraer inconscientemente cualquier cosa o  cualquier persona en el mundo exterior para dirigir nuestra atención a una situación interna no integrada. 

 

Poco a poco nos daremos cuenta que nuestros reflejos no son reales, si bien nuestras proyecciones tienen un verdadero impacto y unas consecuencias reales.

Reaccionar ante las personas o las circunstancias que nos perturban emocionalmente es como «disparar a los mensajeros».

 

Al darnos cuenta de esto,

conviene en vez de reaccionar,

aprender  a «responder».

 

 

La diferencia clave entre una reacción y una respuesta es:  

 

 -  Una reacción es un comportamiento inconsciente en el cual nuestra energía se dirige hacia fuera, hacia el mundo, en un intento de defendernos de otra persona, o bien de atacarla.

Una reacción es un drama que se representa con la intención de sedar o controlar la naturaleza desagradable de nuestras experiencias.

El tema central de todo comportamiento reactivo es la culpa o la venganza. 

 

- Una respuesta es la decisión consciente de contener e interiorizar constructivamente nuestra energía con la intención de utilizarla para integrar y liberar nuestra inconsciencia.

 El tema de todo comportamiento de respuesta es la responsabilidad.

 

Conviene observar en nuestro  discurrir cotidiano, como nos enfrentaremos a determinadas situaciones que atraerán nuestra atención, para poder trabajar con ellas interiormente.

 

En general, la reacción emocional nos resultará desagradable o incómoda y  reaccionamos inconscientemente en contra ante estas situaciones, pero cuanto más conscientes estemos, podremos responder de manera responsable. 

Por ello, es importante que comprendamos de qué modo salen a la superficie de la conciencia los recuerdos profundamente reprimidos: no emergen como imágenes dentro de nuestra cabeza, sino como situaciones o circunstancias que surgen en nuestro discurrir cotidiano, y también bajo el disfraz del modo en que las personas se comportan en nuestras experiencias externas del mundo.

 

Aprender a identificar a los «mensajeros» a medida que aparezcan en nuestra experiencia vital, nos  permitirá percibir a la larga lo que está ocurriendo realmente por debajo de la superficie de las circunstancias físicas del mundo.

Esta habilidad es esencial, porque nos permite diferenciar lo que está ocurriendo realmente de lo que es el reflejo de un recuerdo, y podremos extraer entonces nuestra conciencia de las ilusiones generadas por ese sueño que llamamos tiempo.   

 

Los mensajeros son fáciles de identificar porque se materializan en cualquier acontecimiento o cualquier comportamiento de otra persona que nos perturba emocionalmente.

Nadie culpa a su cartero por las facturas que le lleva, ni culpamos al espejo por la imagen que nos pueda devolver. Del mismo modo, es absurdo reaccionar ante nuestros reflejos en el mundo.  

 

Es importante aprender a captar el mensaje. En principio, ésta puede ser una tarea ardua porque, normalmente, estaremos habituados a reaccionar automáticamente cada vez que se nos perturbe emocionalmente.

 

 

 

                              Te acompaño en el proceso

 

Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal

(Escuela Española de Desarrollo Transpersonal)

Especialista en Bioneuroemoción

(Instituto Español de Bioneuroemoción)

Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)

(Cellular Memory Release)

 

www.centroelim.org          

 

juani593@hotmail.com

 

 

 

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