El Espíritu de la Atención Plena

  

El espíritu de investigación es fundamental para vivir con atención plena. Investigar y hacerse preguntas no es sólo una forma de resolver problemas. Es una forma de asegurarnos de que permanecemos en contacto con el misterio básico de la vida y de nuestra presencia aquí. ¿Quién soy? ¿A  dónde voy? ¿Qué significa ser…un hombre, una mujer, un hijo, un padre; un estudiante, un trabajador, un jefe, un preso, una persona sin hogar? ¿Cuál es mi karma? ¿Dónde estoy ahora? ¿Cuál es mi camino? ¿Cuál es mi trabajo en este mundo?.


Investigar, no significa buscar respuestas, y mucho menos respuestas rápidas que surgen del pensamiento superficial. Significa hacer preguntas, sin esperar respuesta alguna, simplemente considerar la pregunta, llevarla con nosotros, permitir que se impregne todo nuestro ser, que bulla, que se cocine, que madure, y que entre y salga del ámbito de la conciencia, del mismo modo que todo entra y sale del ámbito de la conciencia.

 

No tenemos porqué estar quietos para investigar. La investigación y la atención plena, pueden tener lugar de forma simultánea mientras se va desplegando nuestra vida cotidiana. De hecho, la investigación y la atención plena, son una única y misma cosa, proceden de diferentes direcciones.

  Podemos plantearnos “¿Qué soy?”, o “¿Qué es esto?”, o “¿Adónde me dirijo?”, o “¿Cuál es mi trabajo?”, mientras reparamos el coche, mientras vamos al trabajo a pie, mientras lavamos los platos, mientras escuchamos a nuestra hija cantar, mientras buscamos un empleo.


En la vida, emergen constantemente problemas de todo los tipos y dimensiones. Van desde lo más trivial hasta lo más profundo y abrumador. El desafío consiste en encontrarnos con ellos con una actitud de investigación, con el espíritu de la atención plena. Esto significa preguntarnos: ¿Qué es este pensamiento, sentimiento, este dilema?, ¿Cómo voy a lidiar con él?, o incluso ¿Estoy dispuesto a lidiar con él  o a reconocerlo siquiera?.

 

El primer paso consiste en reconocer que hay un problema, lo cual significa que hay algún tipo de tensión, presión  o desarmonía. Podría llevarnos cuarenta o cincuenta años llegar a reconocer algunos de nuestros demonios internos. Pero quizá eso esté bien, también. La investigación no sigue un programa determinado. Es como una olla que está guardada en un armario de la cocina. Está disponible para hacer la comida, siempre y cuando nosotros estemos dispuestos a sacarla del armario, poner algo en ella y ponerla a calentar.

 

Investigar significa hacer las preguntas una y otra vez. Tenemos el coraje de de mirar algo, sea lo que sea, y preguntarnos ¿Qué es eso?, ¿Qué es lo que anda mal?, ¿Cuál es el origen del problema?, ¿Cuál es el mensaje en ello?, ¿Cuáles son las conexiones?, ¿Cuál podría ser una buena solución?,   Preguntas, preguntas y mas preguntas. Investigar no consiste en pensar respuestas, aunque el hecho de plantearnos preguntas, dará lugar a muchos pensamientos que parecerán respuestas. En realidad, implica escuchar los pensamientos que evocan nuestras preguntas, como si estuviéramos sentados junto al río por el que corren  nuestros pensamientos, escuchando cómo fluye el agua sobre y en torno a las rocas; escuchando y observando alguna que otra hoja o ramita que baja llevada por la corriente.

                        Jon Kabat Zinn                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

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