Cuando internamente estamos divididos, la vida se nos hace difícil, no fluye, las distintas partes internas tiran unas de otras, produciendo fricciones, contradicciones, conflictos, quitándonos la paz y produciéndonos angustia, ansiedad, inseguridad, dolor físico, dolor emocional, depresión….porque una parte nuestra quiere una cosa, pero hay otra que quiere lo contrario; tomamos las decisiones desde lugares internos a veces poco crecidos, y después las mantenemos durante años, sin escucharnos, sin hacer caso a nuestras partes más maduras, más sabias. Por lo cual, es muy importante conocer nuestro psiquismo fragmentado, llegar a ser un individuo: alguien que no está dividido, o, como decía Jung: el proceso de la individuación, un proceso que nos llevará toda la vida.
Observemos que es lo que dentro nuestro está dividido? ¿qué es lo que hay que integrar dentro?
* Para comenzar, y como dice la Filosofía Perenne, que recoge y resume la sabiduría milenaria de todos los tiempos y culturas de la humanidad, somos esencia y personalidad. La esencia es “el verdadero sí mismo”, lo que no cambia, lo que éramos desde antes de nacer; la personalidad la vamos formando con los programas que vamos aprendiendo a edades tempranas, los condicionamientos, los hábitos, los modelos de funcionar aprendidos, las experiencias que vamos teniendo a lo largo de la vida. La esencia queda tapada por la personalidad. Ken Wilber le llama a esto la represión del Atman: la esencia, o “porción de lo sagrado”, queda prisionera de la personalidad.
* También encontramos división entre la mente, la emoción y el cuerpo, ya que muchas veces pensamos una cosa, sentimos otra y actuamos sin tener en cuenta lo que pensamos o lo que sentimos, no nos escuchamos por estar acostumbrados a reaccionar mecánicamente, automáticamente, según el condicionamiento, en vez de poder responder asertivamente: eligiendo la respuesta.
* Además como seres humanos, nuestra personalidad esta dividida en diferentes “yoes”, diferentes “voces internas” conviven dentro nuestro: partes agresivas y partes compasivas, partes generosas y otras envidiosas, partes débiles y partes fuertes, partes infantiles (“el niño interno”) y partes adultas, más crecidas….Una variedad de personajes psicológicos (voces internas) que cada cual tiene vida propia, y es necesario conocer e integrar.
* Otro aspecto a integrar dentro son nuestras partes masculinas y femeninas. Si estas partes están en conflicto interno, es difícil que podamos tener relaciones armónicas y sanas, tendemos a proyectar fuera lo que llevamos dentro, por no asumirlo y aceptarlo, al no ser conscientes de ello.
* También tenemos conflicto entre nuestra personalidad (la parte nuestra que está a la vista, que mostramos, que está en la superficie, y la sombra, los rasgos psicológicos que están reprimidos, partes que rechazamos, negamos porque no se corresponden con el ideal de cómo “debemos” ser. Cada vez que nos hacemos conscientes de estos aspectos sombríos, nos vamos transformando, integrando, y dejamos de engañarnos con las trampas que pone la mente, con nuestras proyecciones.
* Hay también conflicto entre la razón y la intuición. Tendemos a racionalizarlo todo, descartando la sabiduría que expresa la intuición.
Es importante, conocernos internamente, aceptar nuestros diferentes aspectos a nivel de la personalidad, conocer los “modelos” internos con los que funcionamos, para evaluar si están caducos, abrazar las partes sombrías, para ser más íntegros, guiarnos de esa parte intuitiva interna, aprender a gerenciar las emociones, vivirlas sanamente, como mensajeras, que nos guían a tomar decisiones, a hacer algo con lo que nos sucede.
Es muy importante desarrollar lo que en oriente se denomina el “Maitri”, que se puede traducir como amistad incondicional con uno mismo. Tengamos en cuenta que las relaciones, las personas, vienen y van en nuestra vida, sin embargo vamos a pasar con nosotros mismos el resto de la vida, se trata de autoconocerse y aceptarse tal como se es, sólo así es posible cambiar, aceptar esas partes que rechazamos en nosotros mismos, abrazarlas, para ser más íntegros. Y sabiendo y experimentando que somos mas que la personalidad: somos Esencia, el Ser, el Centro, lo que no cambia, o como queramos llamarle, en fin de cuentas, el nombre es lo de menos.
Namaste
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Eulalia Otwell (jueves, 02 febrero 2017 03:58)
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