Los Físicos dicen que el Universo nació con el Big Bang hace... 15.000 millones de años. Quizás sea como lo que afirman antiguas Tradiciones de Conocimiento: que todo lo creado es un experimento de la Conciencia, y que el humano es una parte vital de ese experimento. El Génesis no terminó… El Big Bang no se detuvo allá lejos y hace tiempo: sigue. Y sigue en tu cerebro, que ni siquiera es igual al de tus bisabuelos: cada generación va desarrollando evolutivamente nuevas posibilidades.
Si estás leyendo estas palabras supongo que serás alguien que está haciendo un esfuerzo para trabajar sobre sí mismo: hacerte cargo de tu identidad, comprender para qué estás en el mundo... Y es muy probable que con frecuencia te impacientes ante lo que aún no has podido superar en tu interior: esos rasgos difíciles que descompaginan tu vida, esas heridas añejas que aún duelen...
Tu impaciencia te hace dudar y desanimarte.“Con todo el esfuerzo que hago... y vuelve a pasarme lo mismo!”
¿Qué sucede?
Que estás evaluando tu progreso interno con una medida equivocada: si tu esencia encarnó sucesivamente, puliéndose poco a poco para que tu evolución haya llegado al punto en el que hoy está (que, seguro, no es poca cosa comparado con el promedio de la Humanidad), ese proceso habrá tomado... siglos! De modo que esta porción de tiempo en la que estás midiendo tu progreso interior... es algo tan pequeñito! Ni qué hablar si la ubicamos en el contexto de esos 15.000 millones de años...
Tu evolución tiene un ritmo similar al de los árboles de mejor madera: procesos lentos, con instancias en las que se consolida, por fin, lo largamente trabajado; tal como al cortar un roble se ven marcas correspondientes a cada invierno, dentro tuyo hay períodos en los que todo el trabajo realizado que parecía ser inútil y estéril, de pronto, precipita: algo nuevo acontece: tus reacciones no son las que eran, te es posible hacer lo que no podías, y comprender lo no comprendido... Se ha producido una masa crítica del trabajo realizado con constancia, día a día.
¿Qué significa “masa crítica”?
Imaginemos un toldo de lona al cual unos niños acostumbraran a tirar piedras desde una azotea. Cada día se irían sumando piedras. Y llegaría una piedra número x que haría que el toldo, finalmente, se desplomara. Esa piedra habría terminado de constituir la masa crítica. Igual sucede con tu trabajo interno: lo que parece no dar fruto, un día logra su masa crítica. Y entonces uno “pega el salto”, subiendo un escalón en su propio nivel de conciencia.
De modo que, los pilares del trabajo sobre sí son dos: el primero es darse cuenta (lo cual, nos dice la Psicología Transpersonal, es fruto de la autoobservación). El segundo es darse tiempo. En Esalen, al sur de California, quienes participan de talleres muy movilizantes, en los recreos circulan entre los bosques o por el parque; si estás allí y alguien se acerca a hablarte, está instituida una preciosa posibilidad de respuesta: “Sorry, I´m in process” (“Discúlpame, estoy en proceso”; o sea: necesito soledad, silencio, tiempo para“digerir” lo que acabo de ver en mí.)
Por último, te pido que percibas el asiento que está sosteniendo tu cuerpo en este instante. Obviamente, es un sólido, ¿verdad? Bien: tu identidad no lo es. Como la mía, está en permanente impermanencia (aunque suene paradójico), como lo explican el Budismo, la Vedanta, el Taoísmo...
Tu identidad es algo en constante transformación, aunque no puedas ver lo que acontece ahora mismo en tu Inconsciente.
¿Quién dirige ese proceso? Algo dentro tuyo, que sabe. Sólo necesita que le escuches. Y que le des tiempo a tu “darse cuenta”.
Ray Griegg lo dijo muy bien:
“Cada tiempo tiene su tiempo. Empújalo, y será demasiado pronto; retenlo, y será demasiado tarde. En el momento correcto, no habrá nada que lo detenga.”
Columna de la revista “Uno Mismo” de Argentina y Chile. Diciembre 2007
por la Lic. Virginia Gawel
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