La Atención Plena en la vida diaria

 

  La atención plena es la práctica  regular y disciplinada de tomar conciencia de cada instante. Para ello hay que cultivar la capacidad de estar  atento al momento presente, al instante, al aquí y ahora.

 

  Los efectos de esta toma de conciencia, de la Atención Plena son:

 

*    Reúne las energías dispersas y reactivas de nuestra mente y las concentra, como si fuera una lente, formando con ellas una fuente de coherente energía  para la vida, para resolver problemas, para sanar.

  Cuando ante una experiencia interna o externa, reaccionamos de manera mecánica, automática e inconsciente, desperdiciamos grandes cantidades de energía; mediante la Atención Plena, aprendemos a calmarnos y podemos entrar en estados profundos de relajación, con lo cual  se produce un equilibrio en nuestro cuerpo/mente.

 

 *   Al practicar la Atención Plena, podemos ver con claridad la manera en que vivimos y sólo cuando somos conscientes de algo podemos cambiarlo, para  mejorar nuestra calidad de vida.

 

*    Nos ayuda a canalizar nuestra propia energía de manera eficaz en momentos de tensión; tengamos en cuenta que aunque estemos expresando poca energía, aunque nos sintamos desganados, apáticos o depresivos, la energía está dentro, en nuestro Centro, bajo nuestro control; nuestro Ser es un potencial de energía, como también de inteligencia y amor. Con la Atención Plena podemos disponer de ese caudal de energía para nuestro beneficio.

 

*    También con esta práctica podemos llegar a descubrir una visión honda de nosotros mismos, una profunda serenidad, autocomprensión, conexión con el Ser.

 

  *  Nos permite estar en el momento presente, aceptando todo como está, sin pretender cambiar nada, sin identificaciones.

 

*    Nos permite pasar del hacer al modo de “ser”, alimentando la aceptación de uno mismo.

 

 *   Aprendemos a observar a nuestra mente en cada momento, a “vigilar” nuestras ideas y darles rienda suelta sin que nos arrastren, aprendemos a cómo contemplar nuestros viejos problemas de manera lúcida y ver el hilo conductor que vincula unas cosas con otras. Aprendemos a escuchar nuestro propio cuerpo, mejorando la salud.

 

 *   Ralentizamos el ritmo  del cerebro, aumentando la serenidad. Nos invita a detenernos y a cultivar el “no hacer”.

 

*    Aprendemos a asentarnos paulatinamente en el Ser, al instalarnos en el aquí y ahora, soltando el pasado y el futuro. Cada momento es como un nuevo comienzo. 

 

*    Nos vuelve seres más despiertos. Mente y cuerpo en sintonía: saber lo que hacemos, mientras lo hacemos.

 

 *   Nuevas formas de ser y de estar en la vida, porque el momento presente nos revela un poder muy especial y mágico si estamos Atentos.

  Sólo existe el Momento, sólo podemos percibir, aprender, actuar, cambiar, sanar. Amar, en el Presente, en  el Aquí y Ahora, como consecuencia: experiencias vívidas y vidas auténticas.

 

Recomendaciones para comenzar con su práctica:

 

  Para tomar un primer contacto  cierra los ojos, sentado mantén la espalda recta pero no tensa y comienza por tomar conciencia de tu respiración y  mantente observando ese ir y venir del aire durante 3 minutos, luego  observa cómo te has sentido durante esos minutos de práctica y toma conciencia como la mente se alejó pocas veces de tu respiración.

 

  La Atención Plena se trata simplemente de aceptar lo que viene como viene y mantenerse al margen, sin intervenir, solo atestiguando, observando el cuerpo, la mente y permitir lo que se presente aceptándolo tal cual es, sin rechazar, sin suprimir, sin fijar, sin controlar. En esto se basa la meditación. Luego esta práctica la puedes ir incorporando a la vida diaria, ampliando los minutos, el tiempo de práctica,  hasta convertir la meditación, la atención en una “forma de vida”, una “forma de ser”, un “estado”.

 

  Para su práctica es muy importante  la actitud y el compromiso con la práctica:

 

  Con respecto a la actitud, debes tener en cuenta:

 

Suspender el juicio:

  se trata de despertar al testigo sin juicio. Nuestra mente está constantemente emitiendo juicios sobre nuestras experiencias, etiquetándolas, juzgándolas, y el problema reside en que la mente actúa de manera mecánica, automática, y a veces quedamos enganchados a esos juicios, perdiendo nuestra paz interna por identificarnos a ellos, provocando estrés, etc.

 

Cultivar la paciencia:  

  comprender y aceptar que las cosas son como son, y suceden cuando tienen que suceder. Tener paciencia con nuestro cuerpo, aunque esté tenso, dolorido; tener paciencia con nuestra mente, aunque esté inquieta, asustada, nerviosa, o aunque no veamos resultados: las cosas se descubren simplemente cuando toca descubrirlas. 

 

Mantener la mentalidad de principiante:

  cada momento es único y lleno de posibilidades. Aprender a mirar todo con nuevos ojos, sin la carga de nuestras memorias, ideas, opiniones.

 

Reforzar la confianza:

  es más importante confiar en nuestra intuición y nuestra autoridad, aunque cometamos errores, que imitar a otros;  lo cual no quiere decir que no podamos tomar cualidades de las otras personas, de lo que se trata es de no desconectarse de uno mismo para imitar totalmente al otro. Ser nosotros mismos, aprender a escuchar nuestro Ser y confiar en el.

 

Aceptar:

  Ver las cosas como son en el presente, abandonar la resistencia, la negación de lo que es, la lucha y el esfuerzo y aceptar lo que hay.

  Esto no quiere decir que todo deba parecerme bien, ni que todo me deba gustar, ni estar en una postura pasiva, abandonando nuestros principios, sino que se trata de ver por voluntad propia las cosas como son.

 

  No imponer nuestras ideas sobre cómo nos deberíamos sentir o qué deberíamos pensar, sino estar abiertos y receptivos a lo que surja, a lo que sintamos, pensemos, veamos, aceptando porque está sucediendo en este momento, sabiendo que esto que está surgiendo, cambiará.

 

  Además, conviene mantener un firme compromiso de trabajar en sí mismo, con la suficiente autodisciplina para preservar en el proceso.

  La intención de convertir la atención plena (meditación en el aquí y ahora)) en  una forma de ser, hace que se pueda integrar a la vida diaria.

 

  Conviene cada día reservar un tiempo para la meditación, un tiempo para ti mismo, para mejorar tu manera de funcionar, estar más relajado, con confianza en ti mismo, lo que será un cambio muy positivo en tu estilo de vida.

 Al principio, preferentemente puedes practicar  por mañana, que se está más despierto, pero en definitiva lo mejor es que lo hagas en el tiempo que tengas, hasta incorporarlo a la vida diaria, a todo momento, a cada instante, y, principalmente en momentos de ansiedad, agitación, confusión, etc. para ser consciente, aceptarlos y tener cierta estabilidad.

  Si surgieran resistencias a la práctica, puedes observar de dónde proceden esos pensamientos, qué hay detrás de ellos, contemplarlos y aceptarlos.


                                                                   Juana Ma. Martínez Camacho

                                                                      Terapeuta Transpersonal

 

 

 

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